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Impresionante la malcriadez que Alexis Humala mostró ayer ante el Congreso. Acudió con una actitud displicente y díscola, como si él fuese una víctima y no el sospechoso de haber cometido irregularidades aprovechándose de su apellido. Y tras tener la poca vergüenza de soltar un discurso entre acusador y victimista, decidió pararse cuando el congresista Lescano hacía uso de la palabra y abandonar la sesión pese a las invocaciones del presidente de la comisión. ¿Este señor se cree un principito o qué? ¿Se siente por encima de la ley por su apellido? El Congreso peruano no es para nada un dechado de virtudes y sus miembros parecen hacer cada día los mejores esfuerzos por tumbarse aún más su alicaído prestigio, pero es inadmisible la manera como este señor le faltó el respeto a uno de los poderes del Estado. ¡Un poco más y se pone a tirar las sillas y a soltar burradas como su hermano Antauro durante su juicio! Ahora sí que la respuesta del Congreso debe ser constituir una comisión investigadora, porque esta sí goza de los apremios para poner a este en su sitio. Uno observa estos comportamientos antisociales de la familia Humala y no puede menos que compadecer a Ollanta. ¡Qué familia!

Y creo que Nadine Heredia está cometiendo un serio error al asumir un rol político tan protagónico, más aún tan prematuramente. Ni bien el presidente Humala parte rumbo a la APEC-Rusia y ya la vemos dando un discurso político en Mistura y comportándose como una candidata en la Sierra, vestida de ñusta. Por el momento Ollanta aún tiene "teflón" y estas inconductas de los Humala y las veleidades de Nadine no le han pasado factura, pero cuidado que la quincha le cae de golpe. Va a llegar un momento en que la gente se va a hartar de todo esto y eso se va a reflejar en las encuestas.

- Hasta el momento, estas elecciones yanquis prometen ser muy, muy reñidas, tal como lo fueron las contiendas Truman-Dewey en 1948, Nixon-Kennedy en 1960, Nixon-Humphrey en 1968, Ford-Carter en 1976 (donde los resultados finales recién se conocieron al día siguiente) y Bush-Gore (donde la intervención de la Corte Suprema para definir el resultado final fue muy polémica). Esas finales apretadas a menudo no tienen buenos resultados: Nixon hubiera sido mucho mejor presidente que Kennedy (no se hubiera perdido Cuba), Humphrey que Nixon (no hubiera habido Watergate), Ford que Carter (este fue el peor presidente gringo del que tengo memoria) y Gore no podía haber sido peor que Bush. Y el brillante Dewey, aparte de ser un gran gobernador de Nueva York y el terror de la mafia, fue un interesante representante de los "republicanos liberales", de esos que se extrañan tanto hoy en día. Posiblemente lo hubiera hecho mejor que Truman.