Las afirmaciones de la presidenta de la Comisión de la Mujer, Maritza García, justificando que se cometan feminicidios, son estupidizantes y constituyen una forma de apañar esta clase de delitos. “Las mujeres, a veces sin razón, o sin querer queriendo, dan la oportunidad al varón para que se cometa ese tipo de actos (agresiones)”. Esta frase infeliz se basa, según la propia congresista, en un estudio realizado por el psicólogo Iván Molina Salas, despedido de Aldeas Infantiles en 2008 e inhabilitado por cinco años de cualquier función pública por denuncias sobre tocamientos indebidos a menores. Lo dicho y hecho por Maritza García, avalar feminicidios y sustentarlos con el trabajo de un psicólogo acusado de abuso contra menores, es una ofensa para la sociedad. Esta congresista no solo merece quedar fuera de la presidencia del grupo que debe defender a la mujer; Fuerza Popular la tendría que sacar de la bancada y hasta del propio Congreso. A ella y a varios. Y es que hay un asunto de fondo que recobra urgencia con las palabras de Maritza García: los requisitos para ser congresista. Si para representar, legislar y fiscalizar solo se merece tener 25 años y ser peruano de nacimiento, pues me rebelo. Todos los que tenemos un empleo deberíamos rebelarnos ante esa valla tan paupérrima. Mínimo estudios superiores, ¿no? Algunos años en el Estado para saber cómo fiscalizarlo y mejorarlo. Así que no nos quedemos en la indignación contra esta congresista; ella es parte de un sistema corrompido de elección que debe ser cambiado ya mismo, con la fuerza de nuestra voz y nuestra indignación.