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La congresista Luz Salgado inicia su periodo al frente del Legislativo con un mensaje auspicioso que creo que pocos podrían criticar, pues ha asegurado el respeto al orden constitucional y al trabajo de la prensa independiente, ha dicho que habrá diálogo a puertas abiertas ante las propuestas de la oposición y no obstrucción, que se reformará esa chacra del humalismo llamada Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) y que se condenarán los excesos del chavismo en Venezuela.

A diferencia de la juramentación de los 130 congresistas del viernes último, en la sesión de ayer se notaron modales y gestos alturados de los representantes de todas las agrupaciones. Ver a los congresistas del Frente Amplio haciendo cola para felicitar a Salgado es una buena señal, así como la atención que tuvo la flamante titular del Congreso al acercarse a su contendor Wilbert Rozas para saludarlo tras su democrática derrota.

Jornadas como las de ayer deberían ser un reflejo de lo que veremos en el próximo Congreso durante los cinco años que se vienen. El Legislativo bajo control del fujimorismo debería ir de la mano con el Poder Ejecutivo, pues el país tiene por delante retos inmensos como para estar perdiendo tiempo y energía en situaciones para el olvido como hemos vivido desde hace casi dos décadas, pues el hemiciclo se convirtió muchas veces casi en un circo por acción de malos representantes.

El Congreso tiene que ser puesto en valor, y en eso el fujimorismo con su mayoría afronta un gran desafío que podría ser decisivo para sus futuros intereses proselitistas de 2021, pues gran parte de lo bueno o malo que veamos en el Poder Legislativo será atribuido a su administración. Los votantes le dieron una abultada mayoría, pero también una inmensa responsabilidad que ojalá sepa manejar muy bien.

Un país serio como el que aspiramos ser no puede seguir teniendo un Congreso rechazado por millones de peruanos, a tal extremo que en el supuesto negado de que a algún talibán de la democracia se le ocurriera cerrarlo a punta de tanques y fusiles, muy pocos serían los que saldrían a las calles a defenderlo. Nuestro Poder Legislativo tiene que ser realmente el primer poder del Estado, y el fujimorismo puede contribuir desde hoy a ese objetivo.

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