GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Los bolivianos se la saben todas. Lejos de ser conscientes de que están pasando por un temporal mejor momento que Chile -la Corte Internacional de Justicia (CIJ) desestimó en octubre de 2015 la excepción preliminar mapocha de incompetencia del órgano judicial de las Naciones Unidas-, por el juicio que han promovido ante la CIJ contra Santiago, para lograr que la Corte obligue a los sureños a sentarse en una mesa a negociar una salida al mar, ahora está apareciendo con evidente notoriedad el asunto del río Silala, cuyas aguas son consideradas por Chile como internacionales, cuando todos sabemos de su naturaleza boliviana desde sus entrañas orográficas.

Evo Morales no ha perdido tiempo y ha denunciado que Chile ha creado un espacio militarizado en la zona de frontera entre ambos países. El Canciller chileno, Heraldo Muñoz, no se ha quedado atrás y su recurso ha sido replicar a los bolivianos, imputando el mismo tamaño de actitudes en la referida zona de frontera. La idea de La Paz es configurar la inconducta chilena para que la Corte quede advertida del afán belicista chileno, una particular situación que la CIJ valora muchísimo, más aún, cuando entre ambos Estados existe una litis de por medio. La idea boliviana es ir más allá. Buscan otra demanda contra Chile ante la Corte y cuanto antes. La estrategia no me parece mal, pero puede ser muy riesgosa sobre todo cuando aún no se ha dado la fase de la litigación oral de proceso actual, que es donde se puede ir midiendo el problema de fondo y pulseando la orientación de la Corte sin que nada sea definitivo. Bolivia debería, a mi parecer, concentrarse en el juicio que hoy mantiene con Chile, porque se trata de un asunto sustantivo que si fracasa podría rebotar letalmente en el frente interno del país. Todo a su tiempo o en su mejor tiempo.