La reciente tragedia en Putis, Ayacucho, es un sombrío recordatorio de que el flagelo del terrorismo aún persiste en nuestro país. En este triste episodio, cuatro valientes soldados de nuestro Ejército Peruano perdieron la vida en un acto cobarde. Es imposible permanecer indiferentes ante semejante acto de violencia, y sentimos la necesidad de expresar nuestro más enérgico repudio, como la inmensa mayoría de peruanos. Sin embargo, más allá de declaraciones y discursos enérgicos contra la insanía de la subversión son necesarios planes y estrategias de parte del Gobierno.

Lo ocurrido hace dos días no puede ni debe quedar sin respuesta. El terrorismo, una lacra que hemos enfrentado en el pasado, no puede ser tolerado en estos tiempos. Su sola presencia es un insulto a todos los peruanos y a la paz que tanto anhelamos. Por ello, es inadmisible que algunos congresistas sean complacientes y hasta justifiquen y defiendan a los terroristas, tal como ocurrió con el caso de Víctor Polay. Es realmente condenable que los que tienen que defender la democracia sean condescendientes con los que atentan contra ella.

La lucha contra el terrorismo es un deber de todos los peruanos, y no podemos permitir que vuelva a echar raíces en nuestro suelo. Exhortamos a la presidenta Dina Boluarte, su gabinete ministerial y a las autoridades competentes a tomar medidas firmes y decididas para acabar con este flagelo.