Hace poco un reconocido think tank lanzó cifras alarmantes sobre las pérdidas económicas que genera el tráfico vehicular en Lima Metropolitana. Si estos datos se considerasen e internalizasen en las finanzas públicas, los hacedores de políticas públicas tomarían otras decisiones. ¿Y por qué me centro en las finanzas públicas? Sencillo, porque sin financiamiento no hay proyectos, sin proyectos no hay infraestructura y sin infraestructura no hay servicios públicos.
La dramática realidad del tráfico limeño no es más que la respuesta a la inexistencia de una red de transporte (movilidad) urbano masivo. Esto es, una red de metros consolidada y articulada con otros medios de transporte como el metropolitano, teleféricos y buses con corredores estructurados.
Me concentraré en la imperativa necesidad de contar con una red de metros consolidada hoy o pronto, y no en 50 o 60 años pues la única razón por la que esperamos tanto por una red de metros en Lima y Callao es básicamente financiera. Al ser proyectos con montos de inversión altos, los hacedores de política optan por prolongar el financiamiento de estos proyectos en el tiempo ¡mucho estrés para la hacienda pública financiar tantos megaproyectos al mismo tiempo! Las finanzas públicas se vuelven el fin y no el medio.
¿Y qué sucede cuando estamos ya al borde del colapso tras décadas de inacción? Esperar amable lector. Compre su carro nomás, si puede hacerlo si no es así, vea cómo distraerse en las 4 horas de viaje que le espera en el transporte público.
No debiéramos hablar del financiamiento de las líneas 3 y 4, sino de toda la red básica de metros de Lima y Callao. Esto no significa indisciplina fiscal, pero sí demanda finanzas públicas con visión de desarrollo y sensibilidad social y económica.