El Vaticano siembra paz y justicia
El Vaticano siembra paz y justicia

El año se ha iniciado con una buena noticia para el oprimido pueblo venezolano. En declaraciones al diario Panorama (21.12.2014), el Obispo de Caracas, Mons. Aldo Giordano, puntualizó que “para superar positivamente la fase que vive el país”, todos los agentes políticos de Venezuela deben tener “como prioridad el bien común de todo el pueblo”. Ilustró el interés personal del Jefe de Estado del Vaticano, subrayando que el Papa Francisco “quiere a Venezuela y sigue cada día la situación de Venezuela”.

“Los pueblos no merecen violencia”, afirmó, reiterando que el diálogo no solo es para “una parte del pueblo”; y utilizó una frase rotunda para despejar dudas sobre sus credenciales como vocero de la nueva posición de la Santa Sede: “Represento al papa Francisco en Venezuela”.

Al referirse al acuerdo entre Cuba y EE.UU., informó que “El Papa se ocupó personalmente de esto, con diálogo a través de cartas con ambos presidentes (Obama y Castro) para favorecer las condiciones del diálogo. Esto es un buen ejemplo. Todos reconocen que hay problemas en los países, que hay problemas en Cuba, que hay problemas en Venezuela” (…).

Hay que saludar la coherencia de la diplomacia papal que, con la finura de sus medios pacíficos, impactó a dos objetivos con la misma declaración. Una advertencia a Cuba, y una esperada rectificación de la silenciosa presencia vaticana en el fallido diálogo venezolano, que resultó excesivamente complaciente con Maduro.

Con chocante desparpajo, a los pocos días de su entendimiento con EE.UU. la dictadura castrista se atrevió a detener y pisotear los derechos humanos de cuatro cubanos que solo pretendían manifestarse pacíficamente. Aparte de la reacción de la Casa Blanca, es particularmente significativo que el Estado gestor del acuerdo -el Vaticano- formule claramente una posición que no puede ser ignorada en la isla caribeña. Es igualmente oportuna en vista del interés de Maduro en visitar al Papa Francisco con miras a un nuevo diálogo con la oposición venezolana.

La perspectiva de concretar un auténtico diálogo dentro de los parámetros explicitados por la Santa Sede confluye con la flexibilidad de Henrique Capriles, quien ha aceptado encontrarse con Maduro en los próximos días. Esperemos que ambos soliciten conjuntamente la mediación del Papa Francisco, cuya intensa búsqueda de la paz y la justicia va de la mano con el principio de respeto a los tratados y al Derecho Internacional que la diplomacia vaticana siempre ha apoyado. La Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana hacen parte de ese contexto jurídico que vincula a Venezuela y a todos los miembros del sistema interamericano.

Esperemos, sobre todo, que los caminos de entendimiento abiertos con La Habana y Caracas sirvan para asegurar el respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos cubanos y venezolanos oprimidos por las dictaduras que los gobiernan, bien protegidas por la repudiable indiferencia de los países de América Latina.