El exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, se fugó al igual que el exsecretario palaciego Bruno Pacheco y el sobrinísimo Fray Vásquez Castillo, por lo que seguramente serán echados el ministro del Interior, Dimitri Senmache, y algún jefe policial. Sin embargo, el verdadero causante de esta vergüenza e indignación que vive el país es uno solo: el presidente Pedro Castillo, quien ha agraviado a los peruanos llenando el Estado de maleantes e impresentables.

Silva, célebre por los “cien grandes”; Pacheco, recordado por los 20 mil dólares en el baño; y el sobrinísimo que andaba en carros de propiedad de un asaltante convertido en empresario, son solo algunos de los personajes que ha regalado al Perú el profesor que hace tiempo tendría que haber sido separado del cargo que viene manejando con indignidad, al extremo que la Fiscalía de la Nación lo sindica como cabecilla de una banda de saqueadores del presupuesto público.

Pero el mandatario ya nos había regalado personajes de antología, como un acusado de perpetrar atentados terroristas en Ayacucho en los años 80, un sindicado de haber cometido dos asesinatos en Puno, un exrecluso que no sabía nada del sector que encabezaba, un exguerrillero que a punta de pistola quiso convertir al Perú en Cuba, un premier con denuncias de maltrato a mujeres y otro que lanzaba loas a una senderista muerta, y la expareja de un secuestrador y asesino del MRTA, entre otros.

Todo esto es y ha sido una ofensa al Perú, y el único responsable es Castillo, el que no debió pasar de sindicalista radical, de dirigente de profesores mediocres que se niegan a ser evaluados, y de sentirse cómodo mientras departía con senderistas reciclados que sueñan con regalarle mar a Bolivia en nombre de su “hermandad” con Evo Morales. Sí, el único que nos ha metido en este lío y esta gran vergüenza es el mandatario que por estos días anda en Estados Unidos.

El problema no son los ministros ineptos e impresentables, sino la persona que los nombra, que en este caso es el propio presidente y los jefes de gabinete que él también designa. Es por eso que el profesor Castillo debe irse a su casa ya, para no seguir afectando al país ni faltando al respeto a los peruanos colocando en puestos claves a gente de terror, lo cual es una demostración que al mandatario, a fin de cuentas, los ciudadanos le importan un rábano.