“Cuando gana el equipo, es por los jugadores, cuando pierde es por el entrenador”. Esta frase futbolística se parece mucho a la que escuché hace algún tiempo de parte de un congresista oficialista. “Cuando hay logros, el mérito es de todos,, pero cuando hay problemas financieros, la culpa es de los gobernantes”, me dijo, como quejándose.

Una encuesta de Ipsos Perú, entre los empresarios asistentes al CADE 2014, dice que el 52 por ciento de los ejecutivos cree que el país está progresando y el 27% sentenció que retrocede. El año pasado el 84 por ciento aseguraba que el país estaba avanzando y solo el 3 % estaba en contra de esta afirmación.

Al momento de evaluar al presidente, el 77 por ciento de los empresarios lo desaprueba, 25 puntos más que el año pasado. Solo el 23 % lo aprueba. Un síntoma claro, de que los ejecutivos culpan al Gobierno de la involución en la marcha económica del país.

De acuerdo a estos datos, se observa la impaciencia de los empresarios que quieren recuperar los niveles de crecimiento que ha tenido el país en los últimos 20 años y por eso, cuando bajan los índices económicos, la sensación de inseguridad los acompaña.

Se nota también desconfianza porque no hay liderazgo político ni planes serios. El liderazgo tiene que ver con la capacidad para generar cambios en los momentos críticos y eso no se ve.

Es evidente que el presidente Humala no provoca entusiasmo ni motivación entre el empresariado. Hay un cortocircuito en una relación que antes implicaba coqueteos mutuos.

¿Qué cambió? Los empresarios ya no tienen confianza que este Gobierno proyecte un mejor futuro. La desaceleración, el mínimo crecimiento,la inseguridad ciudadana, la corrupción galopante y el ruido político han generado el desánimo de los inversionistas. Si el presidente Humala y sus ministros no acompañan el esfuerzo del sector privado y no tiene una visión estimuladora de los empresas, el próximo año la sensación de los encuestados será peor.

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