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La cuestión de confianza fue aprobada el miércoles último y es casi un hecho que seguiremos con este mismo Congreso hasta julio de 2021, pues guste o no, fue elegido por todos los peruanos. Es cierto que muchos legisladores son unos impresentables y no merecen un escaño. Pero les dimos nuestro voto, a pesar de que desde hace más de dos décadas los sucesivos parlamentos han sido uno peor que el otro, lo cual pudo hacernos encender las alarmas.

Con esto, lo que quiero decir es que los peruanos tenemos que ser más cuidadosos al momento de emitir nuestros votos. Los grandes responsables de habernos llenado de Donayres, Mamanis, Lescanos, Forondas y Ananculís, esos que llevan a que hoy algunos en las calles griten “cierren el Congreso” o “fuera todos”, somos nosotros, los que no miramos a quien elegimos para el Poder Legislativo, a fin de que legisle, represente y fiscalice.

Lo mismo sucede muchas veces con gobernadores regionales y alcaldes, a quienes muchos no pueden ver ni en pintura a los pocos meses de haber asumido funciones. Por ejemplo, en Áncash, luego de haber dado poder a César Álvarez, votaron por Waldo Ríos. Hoy los dos están en la cárcel. Años atrás, en Tumbes, hicieron gobernador a un personaje que había estado preso por terrorismo. Me refiero a Gerardo Viñas, también tras las rejas por corrupción.

En las últimas horas, dos nuevos episodios se suman a los escándalos de este Congreso para el olvido: las infelices frases de Carlos Bruce contra el presidente Martín Vizcarra por el hecho de ser “provinciano”, y el amparo presentado por el titular del Poder Legislativo, Daniel Salaverry, contra la Comisión de Ética, que ha emitido un informe recomendando 120 días de suspensión por supuestas irregularidades en las rendiciones de cuentas de sus viajes de representación. ¿Leguleyada?

Es verdad que parte de la responsabilidad en todo esto la tienen las agrupaciones políticas y los entes electorales que, en algunos casos, no son capaces ni de verificar la veracidad de títulos profesionales o incluso de estudios escolares. Sin embargo, el elector también tiene la culpa por elegir, a ojos cerrados, a personajes nefastos pese a que varios tienen antecedentes conocidos. ¿O nadie sabía, por ejemplo, que Donayre tenía un tremendo lío por el “gasolinazo” en el Ejército?