Mañana son las elecciones congresales, que pasarán a la historia por ser las más desabridas, aburridas, innecesarias e inútiles de la historia del Perú. Hechas para lavar la cara a la disolución ilegítima del Congreso que tuvo lugar el pasado 30 de septiembre y darle una manito de maquillaje democrático a un gobierno que nunca se sintió cómodo gobernando a base de consensos con el Legislativo.

Hoy nadie piensa que con el gasto en estos comicios, se pudieron hacer algunos hospitales o techar y acondicionar no pocos colegios que se caen a pedazos. Ni que este período de stand by ha puesto en “pausa” a una economía que hace rato, viene ralentizada por el ruido político y la inseguridad. ¿No era entonces más eficiente esperar al 2021 para hacer un solo gasto? Total ¿acaso ha cambiado la efectividad del gobierno en los meses sin Congreso? No nos engañemos: el Ejecutivo ha sido el principal elemento obstruccionista del propio Ejecutivo.

Entretanto, las elecciones no prenden y por ello el elevado número de indecisos hasta una semana de los comicios. Las elecciones en enero dejaban poco tiempo para la campaña, más aun cuando estaban las fiestas de fin de año de por medio. Esto ocasionó que la gente no se informara bien de la oferta electoral ni de cómo votar correctamente. En adición, muchos compatriotas que tienen que viajar al interior a votar, justo en la época en que arrecian las lluvias y las carreteras bloqueadas por los huaicos, preferirán pagar la injusta multa. En estas condiciones, el voto nulo no debiera sorprender y hasta sería más coherente y honesto en un electorado que suele repetir que no se siente representado. Y como telón de fondo, un proceso con sombras, desde candidatos excluidos por excesivos formalismos, otros permitidos con evidente incapacidad moral para la labor pública y un voto electrónico que deja muchas dudas. Sin duda, un calvario estas elecciones.

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