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Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori disputarán la Presidencia del Perú en segunda vuelta el próximo 5 de junio y están en empate técnico; cualquiera de los dos puede ganar, y como el electorado es muy sensible, ganará quien cometa menos errores.

PPK se fue a Estados Unidos por una semana a una reunión con su hija, que estudia en Boston, y visitó a peruanos residentes buscando votos marginales, descuidando la plaza principal, que está acá; tal vez enviando un mensaje subliminal: como quien dice, mi hija estudia con mi plata y no con la del SIN.

Keiko, por su lado, se vio envuelta en dimes y diretes con Kenji, dejando clara la película de que tienen rivalidades antiguas; a Kenji, que es más pegado al Chino, no le ha importado analizar públicamente sus posibilidades de ser candidato presidencial el 2021, sabiendo que es un golpe bajo a Keiko.

¿Cuál es el activo de Kenji? No lo sé. No es orador, tampoco líder, no tiene una gran cultura general, se enreda al hablar en público; si le quitan el apellido Fujimori, no es nada.

Entre PPK y Keiko, es ella quien ha hecho mejores ofrecimientos la semana que pasó. Eso de reunirse con los mineros informales y ofrecerles una formalización más acorde a la realidad peruana con seguridad le hace ganar votos; el actual gobierno pretendió una que fracasó. Si a esto le sumamos que ha levantado la bandera del APRA en lo que concierne a seguros de salud y jubilación a taxistas y mototaxistas, también le suma.

PPK no dice nada novedoso, no tiene una propuesta nueva que le haga ganar los votos de los indecisos hoy en disputa. Está como congelado.