En una semana sabremos a quién hemos elegido los peruanos para gobernarnos por los siguientes 5 años. Así, después del proceso electoral más divisivo de las últimas décadas, nos tocará empezar a sanar.

Esta elección ha hecho del país un campo de batalla, y recién podremos concebir el alcance del daño cuando haya un ganador. Pero indiscutiblemente -sin importar quién triunfe- habrá una llaga profunda.

¿Cómo podremos mirar más allá de nuestras diferencias desde el 7 de junio? ¿Cómo podemos empezar a sanar?

Mucho se habla de “ser patriota” y de lo que esto significa. Creo que no habrá mejor momento para encarnar el significado de esta palabra que pasadas las elecciones. Al fin y al cabo, esa persona que votará por el candidato que otra repudia, seguirá siendo, el 7 de junio, peruano. El gran reto será refundar un país en el que todos nos podamos sentir igual de peruanos, sin importar quién nos gobierne.

Si tu candidato gana, no vas a tener bajo el yugo a quienes votaron por el otro. Tenemos que aprender a vivir como compatriotas, hombro a hombro y sin superioridades percibidas. Para esto, será indispensable que el ganador y sus simpatizantes no adopten una actitud de soberbia y petulancia. El proceso de reconciliación debe mantener presente que medio Perú ha quedado descontento y afligido con el resultado -y eso se debe respetar. Es hora de eliminar esa visión binaria del país que durante la elección nos ha dividido entre “ellos” y “nosotros”.

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