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El economista Pablo Secada ha hecho una crítica a las élites empresariales en sus redes sociales. Las ha acusado de ser el verdadero problema político. Para Secada, no son Antauro ni las izquierdas el problema, sino el clásico empresariado nacional. Se refiere a él como uno que no sabe en qué país vivimos y dice que sus miembros son frívolos, superficiales, alharacas, autoritarios, racistas y homofóbicos. Señala que financiaron a Keiko y no supieron distinguir a Vladimiro de Fritz Du Bois. Y sostiene que sabiendo cómo funcionaba FP no les importó. Sin perjuicio de que conozco a distintos empresarios y puedo dar fe de gente íntegra y comprometida, es verdad que hay empresarios que hasta hoy lo justifican todo. El otro día en una reunión me dijeron que no se podía comparar el caso de Óscar Vidaurreta con el de Miguel Atala. Que Vidaurreta había sido prácticamente una víctima de un sistema en el que para poder sacar adelante sus negocios tuvo que ensuciarse. Que en el fondo había sido chantajeado. Ese ha sido y sigue siendo el principal problema del Perú: echarle la culpa a los demás -especialmente a los políticos- de lo que nos pasa como sociedad. El empresariado nacional tiene el gran reto de demostrar que ahora existe tolerancia cero con la corrupción y no seguir justificando el incorrecto accionar de sus colegas. La Confiep tiene una enorme tarea. Se debe ser igual de severo con el corrupto que con el corruptor, porque si no hay sanciones reales, la historia se puede repetir.