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El reciente asesinato con un disparo en la cabeza del político venezolano Germán Mavare, de las filas del partido opositor Un Nuevo Tiempo, confirma que en Venezuela la vida no vale nada. Las investigaciones para determinar el móvil del crimen se han intensificado, pero no se puede tapar el sol con un dedo: Venezuela es uno de los países más inseguros de la región. La violencia, que ya es estructural, solo en 2015 cobró 27,875 muertos. Las cifras, entonces, son alarmantes. Por cada 100 mil habitantes -son 30 millones de venezolanos- mueren 90 personas. Esto significa que 76 muertes violentas que suceden cada día en América Latina son registradas en Venezuela o, dicho de otra manera, una de cada 5 personas asesinadas en la región es llanera. Así de alarmantes son las cifras de muertos en uno de los países más inseguros del planeta. Nadie puede imaginar cómo en tan solo una hora en el país llanero habrán muerto 3 inocentes. Mucha gente porta armas. Algunos de manera legal y otros, el grueso, las tienen al margen de la ley. Decir que la Venezuela de Nicolás Maduro a estas alturas ya es un Estado fallido no es una exageración. Nadie camina por las calles de Caracas más allá de las 8:00 pm. Encontrar policías es cuestión de suerte. Con la situación económica calamitosa, a la gente, que tiene mucha hambre, no le queda más opción que saquear los supermercados o asaltar las farmacias porque no encuentran medicinas básicas. El respeto a la autoridad policial prácticamente se ha perdido y esa situación configura en el país una completa anarquía. En Caracas, donde la inseguridad impera, el índice de impunidad llega al 97%, es decir, no existe castigo alguno. Mirando hacia atrás, cuando Chávez llegó al poder, en Venezuela morían alrededor de 4450 personas. En 17 años, ha tenido un crecimiento espantoso, con una de las peores coyunturas de su historia.

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