Después de algunos días la presidenta Dina Boluarte volvió a dar declaraciones a la prensa. “Mi renuncia no termina la crisis (...) Nosotros como Ejecutivo seguiremos haciendo gestión”, dijo ayer en Arequipa. Si como gestión se entiende resolver los principales problemas de los peruanos, sus palabras no tienen el correlato de la acción.

Todavía no se logra la paz en el país y, para colmo, arrecia la inseguridad ciudadana. Toda una familia acribillada en la capital, una persona baleada en la puerta de su trabajo en el Cusco y la gran cantidad de asesinatos en La Libertad solo son algunas evidencias de los crímenes que azotan el Perú. Si a esto agregamos la crisis política y económica, que genera inestabilidad y caos, la situación se torna muy compleja para los peruanos.

Dina Boluarte debe ser más activa y eficaz para afrontar lo imprevisto y entender aquellos puntos que las buenas intenciones no solucionan. En estos momentos, las respuestas tienen que ser pragmáticas, sin desvirtuar las demandas de la gente que pide su salida. No basta con reforzar su imagen de estadista, cuando la mayoría de sus anuncios parecen estar aún en la etapa de producción. Hay que colocar vasos comunicantes con las fuerzas políticas y sociales para que sea posible la unidad que tanto pide.

Si ha decidido quedarse al mando de nuestro país, la presidenta necesita planes y fórmulas para capear el temporal y comenzar a gobernar en serio.