Luego de ganar las elecciones a la alcaldía de Lima, uno de los mensajes del burgomaestre virtual, Rafael López Aliaga, ha sido netamente político. “Le pido a Pedro Castillo que renuncie”, ha dicho, recogiendo el clamor de muchos peruanos. Es una frase que querían escuchar a sus votantes, cuya gran mayoría se inclinó por él ya que encarnaba todo lo opuesto al jefe de Estado. Está claro que los ciudadanos de todo el país tomaron este proceso electoral como un plebiscito y castigaron en las urnas a los partidos y movimientos políticos afines al Gobierno.
Sin embargo, el discurso de López Aliaga no se quedó allí. Habló de forjar consensos y hasta convocó a Daniel Urresti a trabajar con él. También agradeció a George Forsyth “que ha venido porque vamos a unir esfuerzos con los distritos en los cuales él ha ganado”.
Pasada la campaña, el líder de Renovación Popular asume una posición más ponderada y sensata. Entiende, al parecer, que la unidad es lo único que puede enfrentar al desgobierno y la inestabilidad con éxito, por eso, más que decirlo, tiene gestos concretos. En momentos como estos, las fuerzas democráticas deben optar por la unión frente a la izquierda que sigue siendo la gran escudera del gobierno cuestionado del profesor que está llevando al país al borde del abismo.