Las redes son, para algunos, fuente de noticias a las que se da más crédito del que se debería. En muchos casos, el anonimato esconde las verdaderas razones de los autores, y por ello hay que pensar dos veces antes de creer cualquier cosa.

La política está tomada por las redes. Sobre todo del Twitter, que en 140 caracteres forma opinión y permite que se posicionen verdades que muchas veces son mentiras. He visto en este gobierno y en anteriores a funcionarios públicos “asustados” porque las redes dicen tal o cual cosa. Es más, algunos llegan a sostener una posición sacada de un tuitero al que califican de fujimorista, aprista o ppkausa. Así los comentarios son: “El APRA está contra el ministro tal”; “Los fujimoristas no quieren a tal persona en tal cargo”; “Los ppkausas están de pleito”; y todo sale de las opiniones en redes.

El daño que hace que algunos se confíen en las redes es inmenso. Ya hay varias metidas de pata serias últimamente: la supuesta renuncia de la ministra Martens, la falsa sentencia exculpatoria de los Humala y otras corrieron en las redes sin que nadie se preguntara siquiera de dónde venía el dato; e hicieron noticia.

Los que tenemos la responsabilidad de escribir sabemos que hay mucho de lo que hoy está en prensa que es falso, y quizá lo serio sea hacer un doble esfuerzo para verificar la verdad de la noticia.

No es suficiente decir: me lo contaron, está colgado, lo leí en Twitter, para que algo sea verdadero. Menos para que los gobernantes crean todo lo que se dice y tomen decisiones en base a ello. Siendo más serios seremos mejores y tendremos una sociedad más honesta.