Fue el 23 de febrero de 1981, como hoy, el día del intento del golpe de Estado en España, encabezado por el teniente coronel Antonio Tejero que, junto con la Guardia Civil, asaltó el Congreso de Diputados en el momento en que Leopoldo Calvo-Sotelo estaba a punto de ser nombrado primer ministro del gobierno.

Pero en esa ocasión se hallaba en el recinto el todavía presidente, Adolfo Suárez, primer presidente del gobierno, en el difícil proceso de la transición iniciada con la muerte de Francisco Franco que había gobernado España entre 1936 y 1975, año en que murió, y la asunción del trono de Su Majestad, el rey Juan Carlos I, -hoy emérito y menguado-, padre de Felipe VI.

Adolfo Suárez, que se había convertido en el hombre clave que llevaría a España en el cauto referido proceso de transición hacia una verdadera democracia, ese día del asalto estuvo más sereno que nunca. Ya se había convertido en el estadista que supo consensuar a las fuerzas políticas todavía escindidas por el duro impacto que dejó el franquismo en sus casi cuarenta años de poder. No fue fácil crear el clima político y social más idóneo para afirmar la democracia española.

El terrorismo y la aguda crisis económica, fueron sus mayores enemigos y quisieron impedírselo y la actitud de Tejero y sus compinches, parecían ser la resistencia a aceptar el destino democrático de España. Suárez fue clave, no solo para España, que por su gesta en los años 80, se convertiría en un país de progresivos desarrollos con liderazgo evidente en el marco de la Unión Europea, sino también para América Latina que por esa época la pasaba muy mal, con una institucionalidad democrática siempre endeble, gran talón de Aquiles en nuestro continente.

Su inmutable actitud ante la balacera desatada en el hemiciclo de los diputados, no lo hizo amilanarse y ese momento fue el de la derrota del iluso Tejero. Valiente, este gran señor que fue Adolfo Suárez, es recordado como el  hombre del consenso y de la transición pero, además, hidalgo y realista frente a momentos abruptos como el de aquel 23F que solo confirmó el tamaño de su equilibrio pues viendo la otra crisis en su gobierno, aceptó decidir su dimisión del cargo en 1981.