Preocupa que luego de la crisis vivida la semana pasada por el Poder Ejecutivo y el país, el presidente Martín Vizcarra y el número dos de su administración, el premier Vicente Zeballos, se muestren en estado de negación. Mientras el primero culpa a la oposición de los sobresaltos, el segundo afirma que acá no ha pasado nada y que el cambio de cuatro ministros es algo normal, propio de la coyuntura y de la proximidad a la instalación del nuevo Congreso.

El viernes último, desde Ilo, a pocas horas de la juramentación de sus nuevos ministros, el presidente Vizcarra dijo a la televisora estatal que el trabajo de su gobierno ha generado que algunos partidos y grupos afectados en las elecciones “por el rechazo” de la población y el accionar de la justicia, busquen atacarlo para sacarlo de su objetivo. Reiteró que “no lo van a lograr”, porque su labor está “al lado del pueblo”.

Con esto el presidente nos quiere decir que el remezón en su gobierno motivado por una reunión de sus ministros con los directivos de Odebrecht, que generó la salida de dos jefes de cartera, es culpa de la oposición: de los fujimoristas reducidos a su mínima expresión y de los apristas que luchan por no desaparecer. ¿No hay un mea culpa? Es sabido que el poder es capaz de hacer perder la perspectiva a quien lo ejerce, pero como que ya estuvo bueno, ¿no?

Unas horas antes, en RPP, el premier Zeballos salió con la historia de que acá el suelo está parejo y que los cambios en su equipo ministerial fueron algo casi rutinarios, del día a día, en días previos a la entrada en funciones del nuevo Congreso. Como si nadie se diera cuenta que el tema Odebrecht está escalando muy alto en este gobierno, y que la reunión entre ministros y directivos de la constructora los puso contra las cuerdas. ¿Estado de negación o nos creen tontos?

Bien haría al presidente y al premier analizar mejor el escenario que los rodea, o dejar de suponer que los ciudadanos en las calles creen todo lo que les dicen los políticos. También se harían un favor, y de paso al Perú, si comienzan a poner más atención en los problemas de la gente, especialmente en la economía, que el año pasado tuvo un índice de crecimiento bajísimo, algo que tampoco ha sido responsabilidad de la oposición hoy casi inexistente.

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