Así como en la campaña del 2006 la turbia mano de Hugo Chávez intentó interferir en la elección peruana de ese año apoyando a un Ollanta Humala chavista y de polo rojo, esta vez su ahijado político boliviano, Evo Morales, está intentando hacer lo mismo al salir en abierto apoyo a la postulación de Pedro Castillo, quien como buen radical de izquierda ya viene haciendo propuestas dignas de los más nefastos representantes del “socialismo del siglo XXI”.

Apenas terminada la primera vuelta en el Perú, Morales dijo públicamente que había “ganado”, debido a que Castillo ocupó el primer lugar. Por el contrario, señaló que en Ecuador “perdió”, ya que en la segunda vuelta del vecino país del norte triunfó la opción democrática, y no la que patrocinaba Rafael Correa, otro de esa argolla de oscuros gobernantes de triste historial integrada por Chávez, Nicolás Maduro, Lula, Daniel Ortega, los Castro y los Kirchner.

El expresidente Morales, quien llegó al poder en 2006 y jamás quiso irse al amparo de una nueva Constitución hecha a su medida y de dudosas reelecciones, además de la toma de los poderes públicos que perdieron totalmente su independencia, ha expresado su “respeto y admiración” por Castillo y asegurado que el profesor y sindicalista “tiene un programa similar al nuestro”, incluyendo la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Si de por sí el plan de gobierno de Perú Libre, elaborado por Vladimir Cerrón, es ya un atentado contra el sistema democrático y las libertades, el apoyo de un personaje como Morales -quien ni siquiera respetó el resultado de un referéndum convocado por él mismo que le dijo que no debía postular a una nueva reelección-, nos hace ver la etapa oscura que se le podría venir el Perú si cayese en manos de la izquierda que personifica Castillo.

Es claro que en esta segunda vuelta no está en juego la aplicación de políticas y propuestas dentro de un sistema o modelo, tal como ha sido hasta ahora, sino un cambio del mismo y un viraje a la izquierda como el llevado a cabo por personajes para el olvido como los mencionados en el segundo párrafo de esta columna. El Perú no merece experimentos totalitarios promovidos por Maduro o Morales, que siempre empiezan con un cambio de Constitución. Alertados estamos.

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