Muchos lo niegan, pero está probado hasta el hartazgo que en el Perú existe un inconsciente social racista que aflora por doquier?hay un racismo asolapado que resulta ridículo, pero a la vez influye en nuestra sociedad, está presente desde la exclusividad educativa hasta el sentido excluyente de nuestra propia gente, desde el efecto vivencial ciudadano hasta el sentimiento oculto de mucha gente, que reniega en silencio de su propia raza, de sus raíces y hasta de su propio apellido.
Haciendo un breve repaso al pensamiento racista peruano, nos encontramos con más de una sorpresa?una sorpresa que va desde el insulto a la exclusión de los que son maltratados por su color de piel, raza o rasgos físicos; hasta teorías tan retrógradas que se tornan en despreciativas por temas de raza, como las que alguna vez sostuviera Alejandro Deustua. El discurso racista de raigambre intelectual, aunque suene a contrasentido, se desarrolló en el Perú en pleno siglo XX (y nos atreveríamos a decir, que aún se desarrolla en pleno siglo XXI).
Es así, que tomando como fuente la revista Caretas en su número 1988, mencionan a José de la Riva Agüero y Osma, Honorio Delgado, Víctor Andrés Belaunde y Alejandro Deustua; como los aristócratas que más aportaron a impulsar sendos discursos eminentemente racistas. Para muchos estudiosos de este fenómeno, por ejemplo, Riva Agüero fue un pensador fascista.
Algunas frases célebres de Alejandro O. Deustua, rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y enemigo del positivismo, pueden ser resaltadas en su libro ? La Cultura Peruana (1937): "¿Qué influencia podrán tener sobre esos seres, que solo poseen la forma humana, las escuelas primarias más elementales? ¿Para qué aprender a leer, escribir y contar, la geografía y la historia y tantas otras cosas, los que no son personas todavía, los que no saben vivir como personas, los que no han llegado a establecer una diferencia profunda con los animales, ni tener ese sentimiento de dignidad humana, principio de toda cultura?".
Continúa O. Deustua?"El indio vive sin interés alguno, bajo el imperio exclusivo de las necesidades materiales que satisface como las bestias, que son sus únicos modelos, y peor que las bestias cuando las excitaciones del alcohol avivan la brutalidad de sus instintos sin disciplina. El Perú debe su desgracia a la raza indígena, el indio no es ni puede ser sino una máquina"?indiscutiblemente mayor prueba de racismo no existe ante la posición de quien paradójicamente hacia el fin de sus días, solo dejó un heredero, aunque bastardo: el hijo que tuvo con una huancaína. Todo este breve panorama se sintetiza en el último libro de Gonzalo Portocarrero: Racismo y Mestizaje, "todos estamos marcados por el racismo, toda persona tiene que concebirse como una suerte de coro de voces, que son los ecos de los discursos que uno ha escuchado. Tenemos un inconsciente social racista que sale por cualquier cosa".

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