Alguien debería decirle a la exalcaldesa Susana Villarán que ha pasado un mes desde que Odebrecht admitió en Estados Unidos que pagó sobornos a funcionarios peruanos entre 2005 y 2014 para ganar licitaciones y que tal aseveración echa sombras también sobre su gestión; y que por lo tanto hace tiempo debió salir a dar una explicación al país para salvaguardar su imagen, teniendo en cuenta que su mayor “activo” en política ha sido presentarse como “honesta”, “limpia” y “cero corrupción”.

Difícil de entender que quien hizo campaña tildando de mafiosos a los que estaban a favor de su revocatoria, planteada por su a todas luces deficiente gestión edil, y quien aseguró que se aliaba con Daniel Urresti y el humalismo hace un año supuestamente para tratar de frenar al fujimorismo -del que dijo que llevaba la corrupción en el ADN-, ahora no salga a aclarar los indicios que señalan que la mano de Odebrecht también estuvo metida en su gestión.

Por ejemplo, la exalcaldesa bien haría en aclarar quién pagó los honorarios del asesor brasileño Luis Favre para evitar su revocatoria en 2013. Esto es algo que también nos podría explicar a los peruanos la otrora escudera villaranista Anel Townsend, encargada de manejar la millonaria campaña que incluyó a artistas y periodistas que con sus brazos cruzados defendían a quien se promocionaba como la guardiana de la moralidad nacional y luchadora estrella contra los corruptos.

La señora y sus aliados también podrían explicar por qué tanta generosidad de la empresa Odebrecht hacia su gestión municipal, como para pagar las varias toneladas de arena con que se cubrieron las piedras de La Herradura para el evento de relanzamiento de ese lugar, que hoy luce en completo abandono, pues la recuperación de esa hermosa y tradicional playa limeña fue flor de un día -o de horas- que murió con el ya célebre “olón”.

Una persona que pregona su honestidad a los cuatro vientos y acusa a muchos de no serlo hasta por el hecho de cuestionar las evidentes deficiencias de su gestión, no debería dejar que pase más tiempo sin aclarar las dudas existentes acerca de la intervención de Odebrecht en su administración, sobre todo tratándose de una empresa que ha admitido el pago de coimas para ganar diferentes licitaciones, entre las que podría estar -por qué no- la del peaje, que tantos problemas causa hoy.

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