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Bien ha hecho el premier Fernando Zavala en reconocer durante su mensaje de ayer ante el Congreso los principales logros de los gobiernos anteriores, algo que pocas veces se ha visto en nuestra política. Quizás haya sido para congraciarse con las fuerzas políticas rivales, de las cuales dependía el voto de confianza; sin embargo, el jefe del gabinete no ha tenido reparo alguno el rescatar lo bueno que se hizo en anteriores administraciones.

Del gobierno de Alberto Fujimori rescató las reformas económicas que sirvieron de base al crecimiento del país. Del segundo gobierno de Alan García destacó el impulso decisivo a la economía que permitió la reducción de la pobreza, y del mandato de Ollanta Humala recordó su interés por los programas sociales -muchos de los cuales ojalá continúen- y la culminación del proceso judicial que permitió cerrar la frontera marítima con Chile.

Interesante el gesto de Zavala, que ojalá marque una ruta de lo que serán los cinco años del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski frente a las otras fuerzas políticas. No estamos para más pleitos y distanciamientos absurdos como los que tuvimos en el quinquenio pasado, en que Humala y su esposa se dedicaron a abrirse frentes, creyendo quizá que el poder sería eterno y que sus operadores políticos de poca monta les servirían de respaldo en sus “cruzadas” contra los enemigos.

Aparte de los efectos negativos que traen al país en general este tipo de enfrentamientos que tanto le gustaban a la “pareja presidencial”, los platos rotos también los pagarán el expresidente Humala y su esposa, quienes por ahora serán citados a la Comisión de Fiscalización de un Congreso, donde no tienen un solo legislador que saque cara por ellos. Es mucho lo que tienen que aclarar y muy poca la posibilidad de defenderse de todo lo que se les viene.

Escribo estas líneas antes de que el Pleno del Congreso decida si otorga o no el voto de confianza al gabinete Zavala, pese a algunas generalidades e inconsistencias en el mensaje de poco más de dos horas. Sin embargo, es positivo ver la actitud de este gobierno que, a diferencia del anterior, parece no estar empeñado en ganarse enemigos, pues eso dificulta el avance de un país que nunca mereció ser manejado por unos aventureros y novatos en política.

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