Ante la renuencia de dar cara a la prensa, la presidenta Dina Boluarte decidió crear el puesto de Vocero de la Presidencia. El que asumió este cargo Fredy Hinojosa Angulo, quien en una de sus primeras presentaciones ante los medios no cumplió su labor de informar con transparencia sobre algunas actividades de la mandataria.

La poca tolerancia de la jefa de Estado ante las investigaciones y críticas periodísticas han generado que eche mano de un funcionario que responda ante las inquietudes de la prensa, que solo transmite lo que la gente se pregunta. Sin embargo, éste tampoco da luces sobre lo que ocurre con Dina Boluarte. Por ejemplo, cuando los periodistas indagaron sobre las presuntas operaciones estéticas  de la presidenta y lo que hizo en los doce días luego de la intervención quirúrgica, el vocero se negó a responder y dijo que “forma de su vida privada”.

Es esencial recordar que la vida de un líder político, especialmente el presidente o presidenta de un país, es inherentemente pública y sujeta al escrutinio de la sociedad y la prensa. La negativa a abordar preguntas legítimas sobre la salud y la conducta de la presidenta es inaceptable y socava los principios fundamentales de la democracia y la rendición de cuentas.

Es crucial destacar que, si bien todo lo concerniente a  la salud de un mandatario es un asunto delicado, tanto el exceso de especulaciones como el secreto absoluto son contraproducentes. Los ciudadanos tienen derecho a saber sobre la salud y el bienestar de sus líderes, ya que esto puede afectar directamente el funcionamiento del gobierno y la toma de decisiones. Los exámenes médicos, periodos de descanso y cualquier intervención médica no deben ser ocultados, sino comunicados de manera clara y transparente.

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