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“La verdadera muerte es el olvido”. Nada más cierto, una verdad absoluta que nos recuerda Coco, la más reciente película animada producida por la dupla Pixar- Disney que narra la historia de Miguel, un niño mexicano que sueña con ser cantante de música ranchera en contra de los deseos de su familia, y cuya decisión lo lleva a vivir una serie de aventuras en el tradicional Día de los Muertos. Hasta allí pareciera una cinta dirigida especialmente para los pequeños, puro divertimento, pero estamos hablando de un proyecto en el que está detrás Pixar, que se supera a sí misma con cada filme y a veces hasta pensamos que hace películas pensando tanto en los grandes como en los pequeños. ¿Por qué esta historia escrita por Adrian Molina y Matthew Aldrich, y dirigida por Lee Unkrich (Toy Story 3) conmueve tanto? Porque habla de la familia, de amor, tradiciones, de unión, de muerte, recuerdos y olvido. Elementos tan bien mostrados en el filme, donde no hay nada que sobre. En épocas, en las que se deja de lado la importancia de la familia, llega Coco a presentarla como la columna vertebral de la historia y además, quizás lo más importante, a fusionar a personajes vivos y muertos unidos por el amor que los sostiene y los mantiene vigentes. En el filme no se caricaturiza las tradiciones mexicanas para mal, para estereotiparlas ni burlarse de ellas, al contrario, enmarca la cinta en el Día de los Muertos para ensalzar una tradición que también compartimos en muchas regiones del Perú. Muerte, olvido, el gran mensaje de la cinta, tan vital durante toda la historia y que se convierte en la gran tarea del personaje para poder recuperar a un ser querido que está a punto de ser olvidado. Conmovedora Coco, por que en una época en la que se apuesta por la risa fácil y la violencia gratuita ofrece un respiro entre tanto alboroto, y obliga a la reflexión para convencernos de que quienes partieron no se van del todo, si se mantienen vivos en los recuerdos. Millones terminan viendo Coco con los ojos llenos de lágrimas, la nostalgia del recuerdo que aparece y que no discrimina, algunos aplauden, señal que el filme cumplió con creces. Pero bueno, volvamos a la realidad en la que hay desconcierto, incertidumbre política, falsos moralistas, un Presidente a punto de dejar su cargo, ¿hay algo más qué nos pueda pasar? Vayamos al cine y al menos por unas horas olvidémonos del previsible desenlace, les garantizo que Coco les servirá de remedio para el alma.

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