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El Perú intelectual y político sigue de duelo por la reciente partida del eminente historiador y jurista sanmarquino Fausto Alvarado Dodero, amigo entrañable y político de fuste de nuestro país que fuera congresista de la República y ministro de Justicia durante el gobierno del expresidente Alejandro Toledo. La partida de tan extraordinario intelectual y excepcional persona es una enorme pérdida intelectual y política para el Perú. Fausto, doctor en Historia de América Latina y Mundos Indígenas por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España, fue uno de los últimos grandes historiadores y de los más serios que hemos tenido sobre el Virreinato. Por su libro VIRREINATO O COLONIA: Historia conceptual. España-Perú: siglos XVI, XVII y XVIII, publicado por el Congreso de la República (2013), entró formalmente -ya era un consagrado- a la galería de los grandes historiadores de nuestro país al sostener la tesis de que el Perú no fue una colonia sino un virreinato, es decir, uno de los varios reinos que comprendía el poderoso imperio español, como Cataluña, León, Sicilia o Aragón. Fausto decía que el Perú contaba con un representante del monarca -el virrey- que tenía poderes por derivación y amparado en un cuerpo normativo, como sucedió con las históricas Leyes Nuevas de 1542 o las retumbantes Leyes de Indias de 1680. Por esa razón, cuando fui decano de la Facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UTP (2010-2016), claustro que fuera fundado (1997) por Roger Amuruz Gallegos, uno de los mayores visionarios de la educación peruana contemporánea, no dudé un solo instante en invitarlo para que disertara sobre este tema. Entre los memorables momentos académicos que vi en el abarrotado Auditorio Carlos Schiaffino Acuña de la facultad, figuran las dos fechas en que Fausto disertó durante la semana de aniversario (octubre), primero en el 2014, “La aurora constitucional en Hispanoamérica”, y luego en el 2015, “PERÚ: Voz y Sustantivo. Concepto Político y Jurídico. Sujeto Histórico”. El gran Fausto, como le decía, que integró el comité consultivo para el Bicentenario del Perú, nos ha dejado en momentos en que el Perú más lo necesitaba. Su impresionante comprensión histórica del país fue su mayor atributo intelectual para sus reflexiones políticas, a la que jamás fue ajeno entre sus pasiones de vida. ¡Adiós, querido gran Fausto!