Febrero 17, 1995: Algo más que un armisticio
Febrero 17, 1995: Algo más que un armisticio

Tres hechos históricos:

- La diplomacia peruana no pudo evitar la Guerra del Pacífico, pero recuperó Tacna después de la derrota, luego de cuatro décadas de esfuerzos denodados. Una hazaña que habría sido imposible lograr por otros medios.

- La Guerra del Cenepa fue originada por una maciza infiltración de tropas ecuatorianas que no fue posible expulsar totalmente por las armas. Solo quedaba la acción diplomática. A través de una dura y prolongada negociación en Río y Brasilia se acordó un armisticio en el que consagramos la obligación de terminar la demarcación pendiente, comprometiendo la permanente asistencia de los Garantes del Protocolo de Río de Janeiro, que hasta entonces no se había dado con ese nivel de participación.

- La delimitación marítima con Chile fue fruto de un ejemplar trabajo jurídico-diplomático para sustentar una posición que la Corte Internacional de Justicia acogió parcialmente en la sentencia que fijó los límites que no habían sido acordados por ningún tratado bilateral entre las Partes. Ganamos una zona marítima de considerable extensión y finiquitamos exitosamente una controversia pendiente. Los contendores honraron su prestigio internacional aplicando inmediatamente el fallo.

Son tres situaciones diferentes en tres contextos históricos distintos, pero con un elemento común: el valor de la diplomacia y la gestión de quienes condujeron negociaciones o medios de solución pacífica para resolver disputas complejas que las armas no pudieron -o debieron- zanjar.

El 17 de febrero de 1995 fue firmada en Brasilia la Declaración de Paz de Itamaraty. En ella se pactó un armisticio que hizo bastante más que poner fin a las acciones militares. Permitió desalojar a las fuerzas invasoras del Ecuador y creó las condiciones que posibilitaron llegar hasta el 26 de octubre de 1998, en que los Presidentes Fujimori y Mahuad suscribieron el Acta de Brasilia, conjuntamente con sus Cancilleres y con los Presidentes de los Países Garantes y el Representante del Presidente de EE.UU. El armisticio estableció una zona desmilitarizada y una Misión de Observadores Militares de los Garantes (MOMEP), que protegió la negociación de peligrosas amenazas hasta la firma de la paz definitiva, que incluyó el acuerdo para demarcar los límites originales del Protocolo de Río de Janeiro, y el Plan Binacional para una auténtica integración fronteriza entre los vecinos beligerantes.

Sin la paz con Ecuador habría sido imposible invocar el Pacto de Bogotá para demandar a Chile ante la CIJ, porque teníamos una reserva para evitar que Ecuador nos demandara en base al mismo Pacto. La paz de Brasilia nos permitió retirar la reserva (27.2.2006) e iniciar un litigio en el que, pudiendo hacerlo, Ecuador no intervino. Paralelamente al proceso en la Corte, acordamos también la delimitación marítima peruano-ecuatoriana, hasta entonces pendiente.

Hemos cerrado todas nuestras fronteras, desterrando las hipótesis de guerra externa. Ya no sufrimos esas presiones para las compras de armamento que desequilibraban nuestra economía. En el norte y en el sur, la vecindad se ha convertido en amistad, cooperación y desarrollo. Es mérito de nuestra diplomacia.