La anunciada fuga del impresentable exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan “100 grandes” Silva, pese a que desde diferentes sectores se venía advirtiendo esta posibilidad que finalmente se concretó en las últimas horas, no hace más que confirmar que desde el gobierno del presidente Pedro Castillo se han empeñado en tratar de vernos las caras de tontos a todos los peruanos, pues queda claro que acá la Policía Nacional no ha hecho su trabajo.
Y no lo ha hecho como tampoco lo hizo al permitir la fuga del exsecretario Bruno Pacheco y del “sobrinísimo” Fray Vásquez Castillo, a pesar de que debían estar siendo vigilados. Hoy estos tres personajes que hasta hace poco eran parte del círculo más cercano del precario inquilino de Palacio de Gobierno, se han evadido y en teoría nadie sabe de su paradero. La Policía dice que no ubica a Silva desde el 27 de mayo, pero días después el país entero lo vio en una entrevista televisiva y radial.
Para nadie es un secreto que si uno de estos tres sujetos cae y abre la boca, el presidente Castillo estaría en serios problemas. No solo caería su nefasto régimen, sino que las tendría muy difícil frente a la justicia, pues cada día que pasa se confirma lo que había dicho semanas atrás la lobista Karelim López, en el sentido de que el propio mandatario era el cabecilla de una mafia que saqueaba al Estado a través de licitaciones amañadas en el ministerio manejado por el prófugo Silva.
Acá tiene que salir a dar explicaciones el ministro del Interior, Dimitri Senmache, pues la Policía Nacional, de la que es responsable político, debió vigilarlo para evitar que escape, todo esto mientras el jefe de Estado se sube a un avión y se va a Estados Unidos, como si con él no fuera la cosa. Alguien debería decirle que disfrute del solcito de Los Ángeles, que luego podría pasar muchos años bajo la sombra del penal Barbadillo, ese que su premier Aníbal Torres quiere desactivar. ¿Insistirá con eso?
Mientras tanto, los ministros de Castillo, varios de los cuales compartieron gabinete con el nuevo prófugo, siguen en sus puestos y dispuestos a inmolarse por quien según la Fiscalía de la Nación, era el jefe de Silva y Pacheco, quienes tenían como brazo operativo y logístico al exasaltante Zamir Villaverde. Nadie ha tenido al menos un arrebato de dignidad ni decencia como para decir “me voy”. Una vergüenza. No olvidemos sus nombres ni sus caras, pues el daño que le hacen al país es inmenso.