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La opinión que tiene la ciudadanía del trabajo del Poder Legislativo es de rechazo mayoritario, indicador que se repite en los últimos días con la serie de noticias que comprometen a congresistas de diferentes tiendas políticas, llegando al levantamiento de su inmunidad por pedido del Poder Judicial al tener sentencias efectivas, como es el caso de Edwin Donayre, de las filas de Alianza Por el Progreso.

Los niveles de desaprobación de este poder del Estado siempre fueron negativos en los últimos años y no es de ahora ese sentir popular.

La serie de escándalos, que son frecuentes, desgastaron la imagen y credibilidad que debería tener el Congreso para desempeñar su rol importante en el marco de la consolidación de nuestra democracia.

En los siguientes meses seguirá consultándose a la población sobre la aprobación y desaprobación del Poder Legislativo y, de seguro, se repetirán las mismas cifras al estar pendientes otros casos de suspensión de congresistas en sus funciones y que acabarían en el desafuero.

Esta percepción solo cambiará con partidos fuertes y sólidos, donde sus militantes hagan carrera política y aquellos que aspiren a elegirse en cargos públicos pasen por estrictos filtros para conocer el historial, donde los personajes que tengan procesos penales sean evaluados minuciosamente y determinar si están preparados para representarlos.

Recuperar la imagen y defender el Parlamento es reto de los partidos políticos con sus delegados, ya que es base de la democracia y debemos defenderla todos.

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