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La venida del Papa nos sirve a todos, incluso a aquellos que no son católicos, para reflexionar sobre la importancia que tiene la religión para la vida de muchas personas. En el Perú, a diferencia de Chile, es clarísimo que el Papa tiene muchos más seguidores. Perú es un país más católico y ello probablemente se deba a que fuimos capital del virreinato y los españoles son un pueblo profundamente católico. Chile además tuvo migración de otros países, como Alemania, cuya religión en mucho es protestante.

Las expresiones de fe que se han visto en estos días son realmente asombrosas, pues hemos dejado de lado, aunque sea por unos días, las pugnas políticas que tanto daño nos hacen para unirnos en la fe, incluso para los no creyentes, quienes, estoy segura, viendo las muestras de fervor, han utilizado estos momentos para la reflexión y la paz.

El país se está destruyendo inútilmente por los políticos. Por todos ellos, salvo honrosas excepciones. El Gobierno no encuentra una puerta que le permita gobernar y los escándalos de corrupción son percibidos por la población como unos de los que nadie se salva, y por eso hay un repudio generalizado a la clase gobernante y política.

El país, mientras tanto, está parado en momentos en que podría estar usando las ventajas que tiene para crecer. Sinceramente, nos estamos disparando al pie. La corrupción debe ser castigada severamente, sin miramientos y con apego a la ley. Pero el resto del país, ese que no ha delinquido, debe seguir impulsando el crecimiento y no dejarse hundir por esa política que, en estos momentos, presenta lo peor de sí misma.

¡Ojalá la visita de Francisco ayude a que suceda el milagro!