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Gloria Montenegro no es precisamente miembro de la denominada cúpula de César Acuña. Es decir, está en su entorno; pero con un poder propio, no cogida de su brazo, para decirlo de un modo figurativo.

En ese lugar está más bien Luis Valdez, abogado de Acuña y quien fuera gobernador de La Libertad, ungido como tal ante la renuncia de su jefe para buscar así su sueño presidencial, que en 2016 quedó trunco.

Gloria Montenegro, dentro de Alianza Para el Progreso y su entraña trujillana, es la antítesis de Luis Valdez. En 2014, cuando Acuña dejó la alcaldía para ir por la entonces presidencia regional de La Libertad, ella asumió como alcaldesa, y una de sus primeras medidas fue sacar del cargo de gerente general a Valdez y a su gente de confianza. Montenegro dio a entender que había encontrado hechos irregulares en la gestión municipal.

En La Libertad, más de un analista la veía con pasta para congresista, por esa predisposición al debate y al fuego cruzado ante los micrófonos. “Es la cancerbera de Acuña”, dijo alguna vez el veterano aprista José Murgia, exalcalde de Trujillo y exgobernador de La Libertad, a manera de queja. Y es que la hoy ministra de la Mujer siempre tuvo una clara postura contraria a lo que muchos llaman el “fujiaprismo”.

Desde la gestión de Pedro Pablo Kuczynski ella se ubicó en el ala más oficialista del partido de Acuña, más progresista y más crítica de la mayoría congresal. Bastaría analizar sus votos y sus intervenciones en el hemiciclo para, por ejemplo, ver que Montenegro no ha comulgado siempre con Richard Acuña, el hijo de su líder.

Por ello, no sorprendió mucho cuando se puso el fajín con Vizcarra. Sus críticos, dentro y fuera de su partido, dicen que era lo que siempre estuvo buscando y que hizo todo para lograrlo. Sus simpatizantes, en cambio, consideran que se trata de una de las pocas congresistas que saca la cara por La Libertad.