Ha sido repudiable ver a Sendero marchar por Lima, levantando las fotos de Guzmán y sus terroristas, desfilando por esta ciudad que bombardearon y donde colgaron perros muertos en sus postes. Lo más grave es que el Estado lo permita. Según el Presidente, la Policía advirtió la presencia de los senderistas el mismo 1 de mayo. Lo que significa que no se hizo inteligencia con el Movadef o, lo que es peor, que no hay un plan en marcha tras ellos.

Sendero busca insertarse en la vida política nacional. No lo podemos permitir. Un grupo de asesinos no puede borrar la sangre de los que masacró y despedazó, amparándose en una lucha ideológica. Porque su ideología, si cabe el término, es lo más criminal y retorcido que ha parido esta tierra. Acá la salida es a la alemana. Allá un nazi no puede dar un paso defendiendo a Hitler porque va preso. Acá se debe hacer lo mismo. Senderista que sale a la calle con banderas y pidiendo amnistía para Guzmán, a la cárcel.

El Gobierno debe tener ya mismo una estrategia que ponga freno definitivo a Sendero. Están activos y, como lo revelamos en simultáneo este diario y Willax TV, adoctrinan a niños y jóvenes para que vayan a sus marchas, contaminándolos con el pensamiento Gonzalo, ese que nos hizo vivir la era más traumática del Perú del siglo XX. No solo marcharon en el día del trabajo. Se movilizan en Francia y Argentina. El genocida se atreve a levantarle la voz a un juez. En otros tiempos, a ese juez lo hubieran reventado de un bombazo. Es penoso que el Gobierno esté enfrentado por espionajes y seguimientos, cuando los espiados deberían ser los senderistas.