Es curioso que el presidente de la república Pedro Castillo no haya sostenido su gabinete de izquierda, con Guido Bellido a la cabeza, por temor a ser vacado y, hace unos días, haya decidido optar por el saltimbanqui Héctor Valer para continuar con su mandato. ¿No hubiera sido más consecuente si continuaba gobernando con Vladimir Cerrón y no tener ahora a todos en su contra?

Al jefe de Estado le invocan con cierta regularidad que convoque a un gobierno de ancha base; que en el buen cristiano es repartir la torta del poder con quienes han perdido las elecciones y lo pueden blindar en el Congreso. Es una forma de gobernar cuando no se tiene una mayoría representativa en el Parlamento. Pero, el problema pasa por no hacer bien ni uno ni lo otro: no comparte y solo le da migajas a Cerrón.

Lo paradójico del lío en el que se encuentra Castillo es que no reparte el poder con otras fuerzas políticas afines que le ayuden a gobernar, sino con el denominado “gabinete en la sombra”, denunciado por Carlos Jaico, el exsecretario de Palacio de Gobierno, la expremier Mirtha Vásquez y el saliente ministro Avelino Guillén. Y lo más penoso es que aún no se da cuenta quiénes suman o restan en su mandato.

Sin embargo, dejar la Presidencia de la República en manos de la titular del Congreso María del Carmen Alva, para que convoque a una elección presidencial, sería propiciar el caos, en el que políticos en la sombra someterían al país a sus propios intereses. El mandatario Castillo debe asumir su responsabilidad y sostener sus convicciones políticas: con la izquierda (sin zafar cuerpo) o sigue experimentando.