La llave de la supervivencia del gobierno está en manos del propio gobierno. Si Kuczynski analiza correctamente su propia debilidad y el contexto en que esta debilidad se desenvuelve, entonces el Ejecutivo será capaz de superar el temporal. Pero todo indica que el Presidente está en manos de arúspices ignorantes o de asesores con agenda propia. Es por eso que la debilidad del Presidente, que antes estaba circunscrita a la esfera personal, se ha trasladado a todo el gobierno. No estamos ante el supuesto gobierno de lujo que nos vendieron los profetas del odio durante la campaña electoral. Muy por el contrario, nos encontramos frente a un gobierno de cristal que tiene que calibrar cada una de sus movidas estratégicas si pretende llegar al Bicentenario.

El sentido común nos dice que cuando un gobierno es de cristal y el Presidente es percibido como un líder débil, el pacto nacional se impone. Sin embargo, las acciones de este gobierno de cristal van en un sentido radicalmente contrario. El Ejecutivo ha decidido abrirse frentes innecesarios desafiando a la oposición y a la opinión pública. La permanencia de la ministra Ana María Romero en el Ministerio de la Mujer es insostenible. Pero el gobierno padece del síndrome de Saavedra. El Ejecutivo es incapaz de comprender que los ministros son fusibles y que una ministra metida hasta el cuello con Toledo es un flanco abierto, una herida sangrante que irá desgarrando poco a poco la carne trémula de PPK. Si el gobierno no puede dejar ir a una ministra, mucho menos deslindará rápidamente con los socios corruptos de Odebrecht.

Si el gobierno aspira a sobrevivir políticamente, tiene que cerrar los frentes abiertos. Estos van desde la seguridad hasta la educación, pasando por los cómplices corruptos de Odebrecht. O pactas o pereces. He aquí la regla válida para todo gobierno de cristal. 

TAGS RELACIONADOS