Godiva no cree en lágrimas
Godiva no cree en lágrimas

Hay dos razones por las que un político no absuelve satisfactoriamente una sospecha de corrupción en su contra: por un exceso de soberbia y testarudez que lo lleva a creer que no debe explicaciones a nadie, o porque no puede demostrar su inocencia. Y como Nadine Heredia está en el primer caso -no ha aparecido hasta hoy prueba fehaciente que la incrimine en los ilícitos que le endilgan-, no puedo sino condenar la actitud del Gobierno en esta materia.

Nadine y su defensa se quejan por las “filtraciones” que, desde la Fiscalía o el Congreso, inundan los medios. A ver, recapitulemos: filtraciones hubo con las declaraciones juradas de Vladimiro Montesinos en los años 90, hubo cuando se reveló que Eliane Karp hacía asesorías privadas mientras “trabajaba” en Palacio, hubo en el caso “petroaudios” para vergüenza del APRA; y filtraciones también hubo, entre los años 2008 y 2009, sobre las finanzas personales de los Humala-Heredia. Por tanto, habría que ser muy idiota para creer que, ya en el Ejecutivo, no habría nuevas filtraciones acerca de un tren de vida y relaciones inconvenientes con personajes polémicos (tipo Martín Belaunde Lossio), como para no formular una estrategia de respuesta y asumir la decisión política de aclarar toda suspicacia.

No se hizo así durante cuatro años y ahora se denuncia un cargamontón mediático contra la Primera Dama. No justifico ataques, ¿pero acaso no es este un hecho recurrente en política? ¿Nadine y compañía no tenían que haber hablado hace mucho? ¿De verdad piensa que el país le creerá a ella porque la lee en Facebook?

Uno cosecha lo que siembra. Otra sería la historia si desde un primer momento se hubieran encarado las sospechas, pero no fue así. ¿Necedad o miedo a una verdad inconfesable con consecuencias penales? Eso lo definirán las autoridades. Pero no caigamos en el juego de una “Nadincita la huerfanita” que no existe. La prensa a seguir investigando y los políticos a responder. No hay más alternativas.

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