GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Con la salida del abogado Julio Magán del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), es de esperarse que se ponga fin a una etapa negra en el manejo de las cárceles que no es culpa del renunciante funcionario, sino de los sucesivos gobiernos que jamás han tenido la voluntad política de convertir los reclusorios en lugares donde los internos están a buen recaudo sin posibilidad de delinquir y se pueda resocializar a los que aún sean rescatables.

La salida de Magán se da al inicio de un gobierno que ojalá sea capaz de dar un golpe de timón y revertir la situación que hemos visto en las últimas décadas en que nuestras hacinadas cárceles son tierra de nadie donde impera la corrupción, la ley del más fuerte y sobre todo, donde los hampones ingresan a seguir delinquiendo vía teléfonos celulares mientras permanecen en calidad de huéspedes del Estado.

El problema de las cárceles no es un tema que perjudique solo a los internos, muchos de los cuales quizá no merezcan ni siquiera su ración de “paila”. Esto afecta a todos los peruanos que estamos expuestos a los delitos que se ordenan desde adentro en medio del caos reinante. Esto lo saben muy bien, por ejemplo, los jefes policiales de las ciudades de la costa norte del país. La ministra de Justicia y Derechos Humanos, Marisol Pérez Tello, podría preguntarles para que se haga una idea de la situación.

Si en los años 80 el grave problema eran las fugas, los motines y las reyertas entre “limeños” y “chalacos”, lo que a la larga motivó el cierre de penales como El Sexto y el de la isla El Frontón tras sendos hechos de sangre, hoy tenemos el hacinamiento y la facilidad con que los internos se comunican con el exterior. Si alguien se atreve a cortar con esto último, verá cómo la cifra de extorsiones por vía telefónica se reduce considerablemente.

El nuevo gobierno, que tiene ante sí un grave problema de inseguridad callejera, puede comenzar por devolver el orden y la autoridad a las cárceles. Con eso habrá avanzado bastante. De esa manera, además, estará haciendo historia al afrontar una situación que por décadas a ningún gobierno le ha interesado arreglar. Nos creemos cerca del primer mundo, pero nuestras cárceles siguen siendo como las de alguna republiqueta perdida en el mapa de África; y eso debe cambiar ya.

TAGS RELACIONADOS