El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se ha burlado de todos los peruanos al permitir que la agrupación política de un asesino de policías como Antauro Humala, quien fue condenado a 19 años de cárcel y salió dos años antes gracias al hoy recluso Pedro Castillo, quede habilitada para participar en cualquier proceso electoral e incluso lanzar al criminal de Andahuaylas como postulante algún cargo público para decidir los destinos de los ciudadanos del Perú.

Apelando a legalismos o a la “inocencia” de no reparar en que la agrupación inscrita se llama Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (ANTAURO) y que pertenece al asesino Humala, los caballeros del JNE han dejado que esta gente que es peor que Castillo, Cerrón y todo Perú Libre -que en su ideario amenazan con dinamitar la Constitución y la legalidad-, sea parte del “juego democrático” y esté habilitada a salir a buscar el voto de los ciudadanos.

En ningún país que aspire a ser civilizado, un asesino que anda en plazas y parques alabando a Sendero Luminoso y amenazando con fusilar a quien le dé la gana, puede contar con una agrupación “política”. Sí, sí, mañana seguro del JNE me van a mandar una carta de tres páginas diciendo que no fueron ellos, sino otros, o que los artículos tal y tal, de la ley tal, los faculta a inscribir la plataforma política de un asesino de cuatro policías, cuyos deudos hoy se deben sentir burlados. En fin.

Ahora Antauro Humala, a través de ANTAURO, puede postular e incluso ser presidente o congresista, quizá al frente de una bancada que podría ser denominada “los matapolicías” o “los fusilones”, en clara armonía con sus antecesores famosos como “los mochasueldos”, “los viajeros” y “los niños” que ya tenemos que soportar por estos días. Parece una burla o una tomadura de pelo, pero esta es la realidad que nos regala quienes carecen de sentido común y viven de espaldas a la realidad de un país.

Queda a los electores corregir en las urnas el despropósito del JNE de dar luz verde a la agrupación política de un criminal. ¿Cómo? No votando por ninguno de sus candidatos. Sin embargo, como señalé hace unos días en este espacio, poco o nada se puede esperar del elector peruano que hace dos años y medio ha sido capaz de votar por Castillo, en momentos en que nos encontrábamos al borde del abismo tras la pandemia. Si alguien creyó que ese sujeto venía a levantar un país devastado, podemos esperar cualquier cosa.

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