Los griegos votaron ayer por tercera vez en lo que va del año. Luego de años de fuerte endeudamiento, básicamente con la UE y los chinos, se formó un bloque para renegociar, una vez más, la pesada deuda griega. En ese momento, Tsipras ganó la Presidencia de Grecia ofreciendo no pagar la deuda. Posteriormente, luego de largas negociaciones y sin acuerdo alguno, astutamente llamó a un referéndum en apoyo al pago o no pago de la deuda.

Ganó la opción que pregonaba el no pago de esta, pues obviamente requería austeridad. Tsipras, gran demagogo que busca ganar con halagos el favor popular, pregunta a un pueblo griego confundido, hastiado y engañado su opinión en algo que es una típica función ejecutiva y que jamás es tema de referéndum.

Ayer los griegos votaron, obligatoriamente, ganando Tsipras representando a la coalición de izquierda, Syriza, y quedó en segundo lugar la Nueva Democracia, partido conservador que apareciera en estas elecciones. Tsipras tendrá que pactar para lograr mayoría y poder gobernar en una elección manchada por el enorme ausentismo y por ello de poca legitimidad.

Jaime Gonzales, en el diario ABC de ayer, resumió la situación griega así: “Los griegos inventaron la moneda, la democracia, la tragedia, la filosofía, las Olimpiadas, el tornillo, la ducha, las vocales, los dados, el helado blando y la demagogia. También el caos, que según la Teogonía de Hesíodo fue lo primero que existió. Visto lo visto en Grecia, lo primero y lo último”.