Para quienes no lo recuerdan, el cierre del Congreso anterior se debió a que el presidente Martín Vizcarra no estuvo de acuerdo con la elección de los miembros del Tribunal Constitucional (TC), por lo que propuso modificaciones al proceso. Fue ahí que vino la cuestión de confianza, que fue negada de manera “fáctica”. Eso frustró la designación de los magistrados que debían reemplazar a seis de los siete actuales, que desde hace más de un año están con el mandato vencido.

El Congreso anterior dejó de funcionar, vino el proceso electoral de enero y para desgracia del país, la gente eligió a personajes como Guillermo Aliaga, José Luna, Cecilia García, Gilbert Alonzo, Jhosept Pérez y Posemoscrowte Chagua, los nuevos “exponentes” de la política peruana. Son ellos los que ahora tendrán la misión de elegir casi por completo al nuevo TC que deberá velar por el cumplimiento de la Carta Magna durante los próximos cinco años.

Irónico que los encargados de elegir a los “ángeles guardianes de la Constitución”, sean los actuales legisladores, que en las últimas horas han demostrado que el respeto a la Carta Magna les interesa un pepino. La devolución de los aportes a los pensionistas de la Oficina de Normalización Previsional (ONP) es la mejor muestra de esta afirmación, así como la absurda suspensión del cobro de los peajes durante la pandemia, que ha sido dejada sin efecto por el propio TC.

Ojalá que algún constitucionalista serio y con solvencia intelectual, académica y ética, se atreva a presentar su postulación ante este Congreso que en líneas generales es un verdadero mamarracho. Es, pues, el producto previsible de una elección apurada tras la disolución del anterior parlamento, que se dio en medio del aplauso y la arenga de muchos que hoy miran para arriba y se van silbando con las manos en los bolsillos.

Es muy peligroso para el país que la elección de seis de siete miembros del TC esté en manos de estos personajes que suelen sentarse en la Constitución. Sin embargo, es lo que hay. No se puede hacer nada al respecto. Estos congresistas, como los anteriores, son producto del legítimo voto popular, así no nos gusten. Solo nos queda pedir algo de responsabilidad a quienes han demostrado largamente ligereza y afán por el aplauso fácil. Dios nos coja confesados.

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