Cuando en 1914 empezó la Primera Guerra Mundial, se pensaba que sería una guerra breve. Soldados se despidieron de sus familias en agosto pensando que volverían para navidad. Terminó durando hasta 1918.
Salvando las distancias pero manteniendo el paralelo, cuando Pedro Castillo asumió el poder en julio de 2021, muchos pensaron que su mandato sería muy breve y que su gobierno implosionaría en pocos meses.
Sin embargo, por más errores, horrores y desaciertos que cometa el gobierno, parece que nada es suficiente. Pedro Castillo sigue entornillado en el cargo, y el proceso de copamiento institucional por parte de Perú Libre está en incuestionable marcha. Por muy debilitado que esté el gobierno de Castillo a 9 meses de llegar al sillón presidencial, nada parece indicar que llegará a su fin dentro de poco.
Nos encontramos en una guerra de desgaste entre el gobierno y el resto de peruanos. Una guerra de desgaste es peligrosa, porque 1) nos agota a todos, 2) nos acostumbra a vivir en un permanente estado de crisis y 3) nos vuelve indiferentes ante hechos que en otros contextos generarían movilización. Se caracteriza por avances lentos por ambas partes, por una lenta y dolorosa erosión hasta que una de las partes finalmente se da por vencida.
Solo han pasado 9 meses y los peruanos ya estamos cansados. Sí, nos indignamos con cada nuevo escándalo del gobierno, pero no nos movilizamos (o al menos, no lo suficiente). Estamos cansados y lo peor que puede pasar es que nos acostumbremos (o toleremos) los desatinos del gobierno.
No podemos olvidar que los peruanos merecemos más. Merecemos un gobierno que trabaje por nosotros. No dejemos que esta guerra de desgaste erosione nuestra energía. Los peruanos debemos resistir y reaccionar.