No solo Rusia juega con fuego, también EE.UU. Si partimos de la premisa de que ambos países se están esforzando por formular amenazas recíprocas de mayor intensidad, convendría señalar que podrían terminar confundidos y cuál teléfono malogrado, desatar una guerra nuclear que por supuesto niegan. En realidad, es sensato y coherente negarla como una posibilidad pues los países con poder nuclear -además, India, Corea del Norte, Irán, etc.,-, han venido evadiendo los tratados sobre desnuclearización que surgieron luego de la Segunda Guerra Mundial, por el impacto que produjo el lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Gran parte de las guerras en la historia universal se iniciaron por pretextos antes que por sus causas y eso no debería sorprender porque las guerras se planean y concretan por el poder que nadie está dispuesto a compartir. Mientras occidente insinúa que no tolerará que las fuerzas militares de Rusia ataquen a cualquier posición de la OTAN, incluidas aquellas que sirven de nexo para transportar las ayudas militares hacia Ucrania, Moscú recurre al tácito mensaje y de interpretaciones de que podrían reaccionar con un ataque nuclear. Parece que las amenazas nucleares comienzan a volverse una práctica disuasiva en medio de un conflicto que por no acabar como lo esperaba Rusia está llevando a la completa desesperación a Vladimir Putin. El viaje de Biden a Europa no es para decidir más medidas financieras contra Rusia. A otros con ese cuento. Es evidente que el impacto disuasivo de Moscú como el de Washington da sus resultados solo que no durará por mucho tiempo. En todas las guerras siempre hay victoriosos y derrotados y por eso estadounidenses y rusos harán cualquier cosa para que no les toque la condición de perdedor. Esto último es lo más riesgoso que surge en los escenarios de guerra porque allí es que sobreviene la desgracia que es el instante en que todo se va de las manos. Putin no se imagina fracasado ni sometido internacionalmente a un juicio por crímenes de guerra donde sus verdugos serán sus propios opositores en Moscú. En el siglo XXI más allá del imperio de las tecnologías de punta, las decisiones, que pueden parecer botones, quedan a merced de los seres humanos, es decir, de un gobernante racional o de un orate.