El presidente Pedro Castillo y su premier Mirtha Vásquez incurren en una tremenda irresponsabilidad y una falta de respeto a los peruanos, al acudir al Congreso a pedir el voto de confianza llevando en el gabinete a personajes para el olvido como el ministro del Interior, el abogado cocalero Luis Barranzuela; y su colega de Educación, el sindicalista radical Carlos Gallardo, quienes jamás debieron ser convocados a ser parte del Poder Ejecutivo.
El gobierno y sus amigos no pueden alegar que las críticas a estos ministros y por lo tanto al mandatario y a su premier, se originan en un supuesto afán saboteador o en una simple actitud intolerante hacia el gobierno de izquierda. No. En ningún país que se respete, estos caballeros deberían estar a cargo de sectores vitales como Interior y Educación. Su presencia es una ofensa que el presidente Castillo se empeña en hacer a todos los peruanos.
Veamos. Lo del ministro Barranzuela es escandaloso y hasta constituye un atentado a la seguridad nacional. Mientras, en Educación tenemos a un jefe de sector vinculado a órganos de fachada de la banda terrorista Sendero Luminoso. ¿Qué tan necesaria es la presencia de estos ministros en el gabinete como para llevar al presidente Castillo a ir en rumbo de colisión con un Congreso que podría rechazar a todo el equipo ministerial ante la intransigencia de Palacio de Gobierno?
Si el gabinete anterior a cargo de Guido Bellido era el peor de la historia del Perú, el actual no se queda atrás, especialmente por la presencia de los mencionados. Y eso que por ahora no me estoy refiriendo al ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Francisco Silva; y a su colega de Mujer y Poblaciones Vulnerables, Anahí Durand, quienes arrastran serios cuestionamientos desde el día nefasto para el Perú en que asumieron funciones.
Hoy el Congreso tiene que hacerse respetar. No puede haber confianza para un gabinete que traiga a Barranzuela y Gallardo, quienes han debido ser retirados a fin de aliviar tensiones y tratar de apuntalar la gobernabilidad. El primer interesado en que esto ocurra debería ser el propio presidente Castillo, pero de manera absurda parece empecinado en mantener la confrontación y los ánimos caldeados, algo que en su momento el peruano de a pie saldrá a reclamarle.