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Concluyó la visita del papa Francisco con casi 3 millones de peruanos participando en las actividades de Puerto Maldonado, Trujillo y Lima, donde asistieron más de un millón de personas a la misa del domingo en la Base Aérea Las Palmas.

En diferentes espacios, ha tenido palabras condenando las esterilizaciones forzadas a mujeres, particularmente indígenas; advertencias frente a la amenaza que sufren los pueblos amazónicos al ver depredado el medio ambiente en que viven; ha llamado por su nombre, esclavitud, al tráfico de personas; ha lamentado el feminicidio y toda violencia contra las mujeres, rescatando el papel de los jóvenes como el presente de nuestra sociedad.

Mostró preocupación frente a la corrupción que azota nuestros gobiernos y países en América Latina y nuestro país diciendo: “¿Qué pasa en el Perú que, cuando uno deja de ser presidente, lo meten preso? Humala está preso, Toledo está preso, Fujimori estuvo preso hasta ahora, Alan García que está que entro o no entro. ¿Qué pasa?”.

Aunque incurrió en grave omisión al no haber hecho explícita la condena a los abusos sexuales cometidos por miembros del clero y del Sodalicio, y al no señalar que serían puestos a disposición de la justicia; expresó su machismo al hablar de “monjas chismosas”, pero erró aún más al comparar el chisme con una “forma de terrorismo”. ¿No le advirtieron del escenario armado que vivimos hace años?

La visita del Papa expresó aliento y esperanza. Muchos se sentirán incómodos con sus declaraciones, otros se verán alentados en sus convicciones y en los esfuerzos por construir una sociedad con oportunidades similares para todos, donde pobres, jóvenes, mujeres, indígenas, tengan posibilidades reales de una vida digna.