La presidenta Dina Boluarte mostró una vez más su faceta intolerante al defender a su hermano Nicanor, quien recibió en su casa a alcaldes que luego fueron favorecidos con presupuestos millonarios. En lugar de abordar este asunto con la seriedad que merece, la mandataria optó por calificar el reportaje periodístico que reveló este hecho como una “infamia”, desestimando así la necesidad de una investigación imparcial. Añadió que con el tiempo se sabrá que la noticia fue tendenciosa. “Esperemos que esa prensa sepa pedir disculpas. Tiene que aprender a pedir disculpas cuando marcha honras de personas decentes”, añadió.
La mandataria, en lugar de pedir que se inicien las pesquisas del caso en pro de la transparencia de su Gobierno, arremete contra la prensa. Una actitud desesperada ante presuntas irregularidades de su entorno. De seguir así, sería inevitable comparar su Gobierno con el de Pedro Castillo, así se moleste y haga rabietas con el único fin de desligarse de la corrupción de esa gestión en la que era ministra y nunca se pronunció en contra.
La prensa juega un papel vital en la supervisión de las acciones del gobierno y en el desarrollo de la democracia. En lugar de atacarla, Dina Boluarte debería reconocer su importancia y fomentar un ambiente propicio para la investigación y el escrutinio público. Solo así se podrá mantener la integridad y la legitimidad de su gobierno.