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Las heladas son fenómenos atmosféricos que ocurren por la disminución de la nubosidad en los Andes y se produce cuando la temperatura ambiental disminuye más de los 0 °C durante los meses de junio, julio y agosto.

Los más afectados son aquellos que por su condición de pobreza y su edad (niños, ancianos) se les hace difícil protegerse.

Debemos conocer el fenómeno que nos afecta e identificarlo geográficamente de manera microclimática, lo cual nos permitirá tomar mejores decisiones. En segundo lugar, cabe preguntarse si las ayudas sociales de ropaje, los kits alimenticios y medicinales, entre otros, cumplen las necesidades para abordar el problema, considerando que todos los años lamentamos víctimas.

Las heladas en los Andes hacen aún más dura la vida de sus pobladores, pues la tecnología para el día a día no llega. Si la característica de las heladas es de cielos despejados, pues utilicemos paneles solares para brindar calefacción. El efecto sería óptimo. A simple vista parece incongruente, pero lo que se necesita para su funcionamiento son los rayos solares, muy aparte de la temperatura que nos rodea. No sería imposible, ni caro.

Aun no se entiende que las verdaderas soluciones a los problemas derivados de las heladas no se encuentran en ayudas a corto plazo. Hace falta preguntarles a nuestros compatriotas: ¿qué es lo que ansían?, ¿quieren en realidad vivir ahí en Carpazo, Puno, a -13 °C, sin tecnología? En otras partes del mundo con -13°C se divierten. Mejor sería brindarles las herramientas necesarias para vivir ahí sin problemas.

Pero para ello es imprescindible pronósticos meteorológicos locales, a fin de tomar las medidas necesarias y adaptarnos.

La solución está en que el Estado no trabaje solo, sino que todo el país lo haga en conjunto. Recordemos que en muchos países hace el mismo frío, aunque sin causar los estragos que vemos acá. No todo es buen corazón.