Este 26 de octubre la Municipalidad Distrital de Monsefú estará develando el busto del que fuera el poeta del amor y la libertad, hijo de ese distrito y dueño de las letras de los himnos de Monsefú, Chiclayo, del colegio Santa Magdalena Sofía, de la Sociedad Amantes de las Artes, del Colegio de Abogados de Lambayeque, etc.
Merece resaltar que la petición de colocación de este busto en la Plaza de Armas de Monsefú, corresponde a la Asociación Social Cultural Apóstoles del mismo distrito, integrada por ex alumnos del distinguido poeta; correspondiéndole parte de la fundamentación para la cristalización de esta excelente determinación del Concejo en Pleno del Municipio monsefuano a la Promoción 1968 "Tupac Amaru II" del Colegio "San José"
La presencia de la efigie del ilustre maestro, poeta y literato Alfredo José Delgado Bravo es un merecido reconocimiento a quien siempre volcó su espíritu solidario a una continua vocación de servicio: fue concejal de cultura en la Municipalidad de Monsefú y en la de Chiclayo, dos veces director del Instituto Nacional de Cultura-Regional Lambayeque, director del Instituto Superior Tecnológico República Federal de Alemania, y director de la Subregión II de Lambayeque (1991) en el área de Cultura, Bienestar, Deporte y Recreación.
El autodenominado "cosmonsefuano" era muy querido en el departamento de Lambayeque. Alfredo José Delgado Bravo fue profesor de Lengua y Literatura y estudió en universidades de Lima, Trujillo y Lambayeque. Generacionalmente se le ubicaba en la promoción "Letras peruanas" (1950) con Alberto Escobar, Washington Delgado, Pablo Guevara y otros. Su producción literaria es amplia y fecunda. Poeta reconocido y premiado en diversos certámenes e instituciones culturales, también deja importantes trabajos críticos sobre la poesía peruana (José Eufemio Lora y Lora, Abraham Valdelomar, José María Eguren, entre otros).
Delgado Bravo fue un poeta, ensayista, dramaturgo y crítico literario, pero, sobre todo educador, no sólo en las aulas escolares o universitarias, sino, a través de su obra literaria intelectual y de su propia vida.
De él se dijo que era una mezcla de lambayecano dicharachero, zumbón, jaranero, alegre, enamorador y picarón. Poeta, crítico sesudo y refinado, docente entusiasta, asesor literario por convicción, vallejólogo por vocación, sonetista y articulista notable.
Su carisma bonachón, amiguero, abierto lo hizo todo un patriarca de las letras lambayecanas, por su vida, su obra, su convicción y su don de gente. Gracias a ese don de gente y gran maestro, fue reconocido siempre como un personaje ejemplar, orientador de juventudes y generaciones, motivo por el que reitero desde esta columna mi sugerencia para que el Municipio Monsefuano o las autoridades Educativas Regionales editen la enorme producción que ha dejado sin reproducir, para que siempre sirva de análisis e investigación de los estudiantes, universitarios y escritores lambayecanos en provecho de nuestra Cultura Peruana.