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Hoy es la marcha de todos para defender a todas. Porque las mujeres necesitan protección. Constituyen paradójicamente el lado más fuerte y el más frágil de la sociedad, el más valorado y el menos apreciado, según se mire. Cuando se habla de exigencias y entregas generosas, ahí estamos las mujeres pero también en los dramas, maltratos, discriminación laboral, crueldades. Ambivalencia y doble moral cuando no se sabe valorar al elemento femenino, aquel que da todo de sí, desde la vida hasta el sacrificio cotidiano, para formar hombres y mujeres que serán el relevo poblacional de su nación y de la humanidad.

Toca a las madres formar hombres más respetuosos y menos machistas, que sepan que una mujer que sufre puede no hablar, no protestar, no quejarse, pero su dolor impregna a la sociedad de infelicidad. Y ahí está esa contradicción perversa de admitir como natural el silencio de la mujer, su ausencia de denuncia, su aceptación del flagelo que no se compadece con su valentía cotidiana, con su fuerza para con sus hijos, luchando por ellos hora a hora y minuto a minuto como lo vemos en nuestras madres jefes de familia por deserción irresponsable de los varones.

Por eso es importante salir a las calles masivamente a manifestar, a gritar la igualdad y el rechazo colectivo a la indefensión, a exigir de todos, en especial a jueces y policías, el mayor respeto por la mujer. La sociedad en las calles exhibe su fuerza moral para respaldar a las mujeres, que siendo tan fuertes para proteger a sus familias pueden ser débiles para denunciar al agresor, permitiendo esa fuerza bruta y criminal que todos repudiamos. Y para exigir justicia para castigarla, ahí estaremos.

Solidaridad con Venezuela. 

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