El gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvo un duro bautizo con el llamado Niño costero, que en el último verano dañó gran parte de la costa norte y la zona este de Lima. Sin embargo, este drama, que costó decenas de vidas y millones de soles en pérdidas, le dará la gran oportunidad de demostrar su capacidad de efectuar un proceso de reconstrucción que satisfaga las necesidades de los miles de afectados en el ámbito de la honestidad, lo que es vital.

Si el Gobierno actual va a ser recordado en el futuro, sin duda será por la reconstrucción de viviendas, caminos, carreteras, colegios, puentes y establecimientos de salud, que iniciará en breve. Si las cosas salen bien, en julio de 2021 se irá por la puerta grande, pero, si ocurre lo contrario, tal como sucedió con el último gobierno aprista tras el terremoto de Pisco de 2007, el Mandatario y su equipo quedarán marcados por su mala gestión.

El Gobierno y, en especial, la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios tienen la oportunidad de replicar, en su ámbito, el monumental trabajo que hicieron militares, policías y bomberos apenas sucedió la emergencia, en el que vimos a los uniformados con el agua hasta el pecho o colgados de un helicóptero rescatando a quienes estaban atrapados. Fui testigo de estas heroicas labores en Catacaos, apenas explotó el río Piura en marzo último.

Para la reconstrucción de la costa norte y parte del este de Lima, no puede haber espacio para la lentitud, la indiferencia, la dejadez, la duda y la sospecha de sinvergüencería y dolo. Se están destinando 25 mil 655 millones de soles de todos los peruanos para atender a gente que perdió a seres queridos y lo poco que tenían, así como hospitales y colegios, además infraestructura pública que es urgente para que el Perú pueda crecer.

Si el Presidente, el premier Fernando Zavala y Pablo de la Flor necesitan inspiración sobre la forma en que se debe atender a los afectados por el Niño costero, que pregunten a militares, policías y bomberos, comenzando por los tres comandantes generales de las Fuerzas Armadas a los que personalmente vi cargando cajas de atún y botellas de agua a los helicópteros que salían a repartir ayuda al Bajo Piura. Cuando hay ganas de hacer las cosas bien, se hacen.