Incertidumbre y confianza
Incertidumbre y confianza

En los últimos días aparecen noticias contradictorias sobre el posible crecimiento económico del Perú en 2014. Por un lado el Fondo Monetario Internacional opina que el Perú será la economía que más crecerá en 2014 en América Latina, sobrepasada solo por Panamá. Varios observadores peruanos dicen que podríamos crecer al 5,5%, lo que ciertamente sería muy bueno en comparación con los otros países de la región: Brasil apenas estará en 2%, México en un rango parecido, Colombia alrededor de 4%, y la economía chilena con una fuerte reducción de su crecimiento tradicional en comparación con los años anteriores, sin hablar de las economías de Argentina y Venezuela que enfrentan muy serios problemas.

Ahora la pregunta es ¿qué realmente va a pasar? Los indicadores de los primeros meses del año no son muy buenos: el mercado de ventas automotrices se ha reducido en 6% en comparación con el año pasado, cuando se esperaba que aumentara 5%. La colocación de créditos hipotecarios, en vez de aumentar ha bajado 8% entre enero y febrero en comparación con los mismos meses de 2013. Muchos analistas coinciden en que la inversión privada no está creciendo a los ritmos dinámicos de los últimos años. Por otro lado, no hay duda que hay un aumento en la inversión pública, la cual es bienvenida en este momento de un ciclo de desaceleración. Y también, como lo hemos dicho en columnas anteriores, la fuerte expansión de la minería del cobre (Toromocho, Las Bambas, Constancia y Cerro Verde, y probablemente Tía María) debe generar bastante dinamismo en el Producto Bruto Interno hasta la primera mitad del año 2016.

Entonces ¿adónde estamos y adónde vamos? Es innegable que la China enfrenta una importante desaceleración y al mismo tiempo está claro que por esa razón se está frenando la demanda de minerales y que por consiguiente bajan los precios de nuestras principales exportaciones. Por ejemplo, el precio "Spot" del cobre, que oscilaba alrededor de US$3,40 por libra hace 6 meses, hoy está en US$2,98, y puede caer más. El mineral de hierro, que es muy importante para Brasil, pero no tanto para nosotros, ha caído 30%. Y el zinc, del cual somos el segundo productor mundial, está estancado con tendencia a la caída. Lo que pasa es que es muy difícil predecir lo que va a pasar en China: hasta el mismo gobierno de China no está seguro de sus proyecciones. Sí sabemos que la demanda para electrificación en China, sobre todo en grandes líneas de transmisión y conexiones domiciliarias, va a seguir fuerte con un crecimiento de alrededor del 10% anual. Pero si el reajuste crediticio e inmobiliario en China se intensifica, estas proyecciones podrían resultar optimistas.

El otro elemento es estrictamente nacional aquí en el Perú. La falta de transparencia, la corrupción y las incertidumbres electorales están haciendo que los consumidores ahorren más y posterguen gastos importantes. Eso explica la caída del mercado automotriz y la caída del otorgamiento de nuevas hipotecas. Es fundamental que el gobierno haga todo lo posible para revertir esta crisis de confianza. ¿Es una crisis grande o es una mini crisis? No lo sabemos, pero no hay duda que la lectura cotidiana de los medios, descontando el sensacionalismo normal de los noticieros, genera preocupación: inseguridad ciudadana en aumento, casos de posible corrupción que parecen increíbles –especialmente en algunas regiones-, agitación política. Pero por otro lado tenemos que pensar que el Perú tiene muy pocos enfrentamientos sindicales y laborales y que nuestras cifras económicas, en el poco envidiable contexto de América Latina, son buenas. Las agencias calificadoras de crédito están pensando en aumentar el calificativo del Perú al nivel A, una perspectiva en la cual nunca hubiéramos soñado hace diez o quince años atrás.

No podemos controlar lo que pasa fuera del Perú, pero sí deberíamos tener control del frente interno. Tenemos que generar confianza de que el Perú seguirá progresando y que resolverá sus tres grandes problemas: primero: inseguridad, desorden y corrupción; dos: infraestructura deficiente; y tres: educación y salud pública totalmente inadecuadas.